Lo se, entre aficionado y espectador hay una gran diferencia, y la linea es muy gruesa y difícil de saltar. Yo me catalogo como espectador, ya que creo que el buen aficionado dista mucho de mi.
He de decir que conozco pocos aficionados, y si muchos mentirosos. El aficionado tiene que predicar con el ejemplo, y debe enterarse de todo lo que sucede, no solo en el ruedo sino en los aledaños de la plaza. Para mi el mejor aficionado de Logroño tiene nombre y apellidos, pero es tan hijo de puta, mentiroso, soberbio y dictador, que paso olimpicamente de el, de su cara y de su puto culo, ya que lo mas que podría conseguir (el), es que le partiese en dos.
Hay grandisimos aficionados, y que además algunos, no todos, son amigos mios, el caso de Guillermo, Rafa el de Alfaro, Isidro Torres, Paco Blanco, Manolo o Tito, estas personas mencionadas son libros abiertos, y sabios consejeros que han de ser analizados con mucha meticulosidad, ya que son cossios andantes dignos de cualquier valoración.
No voy a entrar en mariconerias ni estupideces, por lo que no voy hablar ni de presidentes, ni de invertidos, ni de seudoperiodistas que se esconden tras un animo, ya que no tiene los suficientes cojones para dirigirse a mi personalmente, recordándome, salvando las distancias, el oscarizado amor cobarde de Beningno sobre Alicia.
Como tiene que ser un buen aficionado, lo explica muy bien Joaquín Vidal, y no voy a ser yo quien descubra América.
He de decir que conozco pocos aficionados, y si muchos mentirosos. El aficionado tiene que predicar con el ejemplo, y debe enterarse de todo lo que sucede, no solo en el ruedo sino en los aledaños de la plaza. Para mi el mejor aficionado de Logroño tiene nombre y apellidos, pero es tan hijo de puta, mentiroso, soberbio y dictador, que paso olimpicamente de el, de su cara y de su puto culo, ya que lo mas que podría conseguir (el), es que le partiese en dos.
Hay grandisimos aficionados, y que además algunos, no todos, son amigos mios, el caso de Guillermo, Rafa el de Alfaro, Isidro Torres, Paco Blanco, Manolo o Tito, estas personas mencionadas son libros abiertos, y sabios consejeros que han de ser analizados con mucha meticulosidad, ya que son cossios andantes dignos de cualquier valoración.
No voy a entrar en mariconerias ni estupideces, por lo que no voy hablar ni de presidentes, ni de invertidos, ni de seudoperiodistas que se esconden tras un animo, ya que no tiene los suficientes cojones para dirigirse a mi personalmente, recordándome, salvando las distancias, el oscarizado amor cobarde de Beningno sobre Alicia.
Como tiene que ser un buen aficionado, lo explica muy bien Joaquín Vidal, y no voy a ser yo quien descubra América.
El aficionado puro, ése camina quedo, para, mira, calla. El aficionado puro parece que mira, pero en realidad no ve. La ilusión de la corrida ocupa su pensamiento y sueña toros bravos, lidiadores expertos, artistas de la tauromaquia. Al aficionado puro, lo primero que le interesa del cartel es la ganadería y la hora de comienzo de la corrida. Los espadas, con ser muy importantes, constituyen un factor secundario en sus motivaciones, pues, toree quien toree, acudirá al festejo en cualquier caso. No suele alentar partidismos y lo mismo elogia hasta la excelsitud la actuación de un torero una tarde, que destruye analíticamente la siguiente. Algunos aficionados, cuando se les pregunta cuál es su torero favorito, se sienten ofendidos por la duda y responden severamente: – Yo no soy de nadie; sólo del que lo hace. Su exigencia es que salga el toro íntegro: que la lidia se ajuste a las reglas; que la presidencia cumpla y haga cumplir el reglamento. Si además hay toreo bueno, ésa ya será la felicidad. El aficionado puro vive la corrida desde sus prolegómenos, se fija en todo cuanto sucede en el ruedo y en el callejón; observa, estudia, analiza, correlaciona; posee un sentido de la justicia estricto y su primer objetivo es la defensa de la fiesta misma. El aficionado puro es beligerante con todo cuanto atente contra la autenticidad del espectáculo, con aquello que lo desnaturalice. Pero no es intransigente a ultranza, pues en sentido contrario, cuando hay toro íntegro, lidia verdadera, mérito del lidiador, se hace de miel. El aficionado puro, en realidad, es un bendito de Dios. El aficionado puro, entre corridas, se documenta, lee tratados de tauromaquia, y es normal que posea sus propios cuadernos de notas donde recoge minuciosos datos de toros y toreros, el apunte crítico de cada corrida presenciada. El invierno, que ya no es temporada, se le hace larguísimo, aunque lo aprovecha para estudiar nuevos tratados, ensayos y biografías, y sigue atentamente el desarrollo de la temporada americana, que durante la invernada española está en todo su esplendor. Joaquín Vidal "El toreo es grandeza"
Por lo tanto no puedo ser yo un buen aficionado, cuando cada día que pasa, un sentido Morantista, un sentido gitano (Oliva Soto), un sentido riojano (Diego Urdiales) y un sentido de máxima pureza (El Cid) se apodera de todas las partes de mi cuerpo.
La realidad, es que yo me confieso y mis amores platónicos son de todos de sobra conocidos, en cambio otros disfrutan también de amores misteriosos que esconden para que ese amor no manche su férrea mentalidad taliban, y no estropeen su imagen de estupida intransigencia.
Tampoco entiendo a los que se llaman así mismo aficionados, cuando su unico interés son el del beneficio propio, utilizando clubes, peñas o asociaciones en meros aparatos propagandistas de sus vidas profesionales, sin importarles en absoluto las consecuencias de sus absurdas decisiones, dejando en mas de una ocasión en paños menores a la entidad a la que representan.
La realidad, es que yo me confieso y mis amores platónicos son de todos de sobra conocidos, en cambio otros disfrutan también de amores misteriosos que esconden para que ese amor no manche su férrea mentalidad taliban, y no estropeen su imagen de estupida intransigencia.
Tampoco entiendo a los que se llaman así mismo aficionados, cuando su unico interés son el del beneficio propio, utilizando clubes, peñas o asociaciones en meros aparatos propagandistas de sus vidas profesionales, sin importarles en absoluto las consecuencias de sus absurdas decisiones, dejando en mas de una ocasión en paños menores a la entidad a la que representan.
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